Diagnóstico y síntomas

Cuanto antes se detecte la CBP, mejor tratamiento de la enfermedad se podrá llevar a cabo

Diagnóstico
Al ser una patología categorizada como rara, el diagnóstico de esta suele ser más tardío, ya que los médicos intentan descartar otro tipo de enfermedades antes de empezar a pensar en la posibilidad que el paciente sufra CBP.

Es posible no tener síntomas en el momento del diagnóstico. De hecho, muchas pacientes son diagnosticadas cuando se halla un aumento de la fosfatasa alcalina en un análisis rutinario por otros procesos.

El análisis de sangre para la confirmación del diagnóstico de la CBP puede ayudar a establecer un mejor criterio en el control y tratamiento de la enfermedad.

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Los niveles de fosfatasa alcalina (FA) es uno de los indicadores clave para diagnosticar la CBP. La FA es una enzima que se encuentra en el organismo: si los niveles son altos puede ser una señal de daños en el hígado. El control de estos niveles ayuda al posterior seguimiento de la enfermedad.

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Cuando se sospecha de CBP es importante analizar los anticuerpos antimitocondriales (AAM).  Los AAM son proteínas generadas por el sistema inmune: su presencia es muy específica de la enfermedad, tanto es así que se detectan en el 95% de los pacientes.

Tras los análisis, algunos médicos llevan a cabo una biopsia del hígado para confirmar el diagnóstico de CBP y saber hasta qué punto ha progresado la enfermedad.

Un diagnóstico temprano es muy importante en el control de la enfermedad, ya que actualmente hay tratamientos efectivos para evitar el progreso de la CBP.

Síntomas
Los síntomas más comunes de la CBP son:

Picores, clínicamente conocidos como prurito

Fatiga y cansancio

Sequedad en los ojos y en la boca

Problemas de concentración y de memoria

Color amarillento de la piel (ictericia) en fase avanzada

El prurito (picor) es un síntoma muy común. Aunque existen muchos posibles tratamientos para el picor, más de la mitad de las personas que lo sufren no acuden a un médico. El picor puede ocurrir en cualquier parte del cuerpo y, en algunas personas, se acentúa por la noche.

El cansancio intenso es otro síntoma muy común de la CBP. La fatiga que se relaciona con la enfermedad puede afectar a cada persona de manera muy diferente.

Son mucho menos frecuentes otras manifestaciones tales como el dolor en la zona anterior derecha del abdomen, la ictericia (color amarillo de la piel y del blanco de los ojos), la melanodermia (piel muy oscura) o la presencia de depósitos de colesterol y otros lípidos en la piel.

La cantidad de picor o cansancio que siente el paciente no está relacionada directamente con el progreso de la enfermedad. De hecho, algunos de estos síntomas pueden incluso mejorar cuando más dañado está el hígado.

Cuando la enfermedad está muy avanzada, puede producirse una acumulación de líquido en la cavidad abdominal (ascitis), una hemorragia gastrointestinal o una encefalopatía (pérdida de la función cerebral debido a que el hígado no es capaz de eliminar las toxinas en sangre).

La intensidad de los síntomas tampoco se asocia a la efectividad del tratamiento. Puede que el tratamiento no esté calmando los síntomas, pero que sí esté ayudando a reducir la destrucción progresiva de los conductos biliares.

Los síntomas de la CBP pueden ser difíciles de controlar y pueden empeorar la calidad de vida y generar estrés. Es fundamental hablar con tu médico sobre todos los síntomas para que pueda ayudarte a aliviarlos.

Además, la CBP puede incrementar el riesgo de depresión, especialmente si los síntomas no son diagnosticados y posteriormente tratados. Para algunas personas, es útil disponer de un diario para compartir con su médico qué síntomas mejoran o empeoran según los momentos del día o según determinadas épocas.